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Lola Lolita

Doritos

Lola Lolita
ESTRATEGIA

En un contexto de inflación y presión creciente de las marcas blancas, Doritos necesitaba recuperar relevancia cultural y justificar su valor frente a opciones más baratas. El lanzamiento de una nueva receta más crujiente era la oportunidad para hacerlo, pero comunicar un cambio de producto no era suficiente: el reto era transformar esa mejora en una conversación masiva y volver a conectar con la generación Z en sus propios códigos. La estrategia fue elevar un atributo funcional, el crujido, a un rasgo de personalidad de marca: porque si los nuevos Doritos crujen más, también “molestan” más. Decidimos exagerar esa molestia en un contexto creíble y viralizable: una sala de cine. El plan se diseñó en dos fases: primero, provocar un conflicto verosímil que la gente quisiera comentar y compartir; después, revelar la marca para conectar la conversación con el producto. Para detonar la historia elegimos a Lola Lolita, creadora capaz de polarizar, generar reacciones orgánicas y escalar el alcance tanto dentro como fuera de redes.

EJECUCIÓN

La acción comenzó sin logos ni comunicación de marca. Un story en el perfil de la hermana de Lola Lolita mostraba a la creadora en el cine, contando que una mujer le había recriminado el crujir de los Doritos mientras comía. Horas después, un vídeo anónimo en TikTok captaba la discusión a la salida, con una bolsa de Doritos en segundo plano. La escena, reconocible y creíble, se viralizó como un enfrentamiento generacional real, saltando a redes, medios y cuentas de prensa rosa sin que la marca interviniera. Cuando la conversación ya estaba encendida, Doritos y Lola Lolita publicaron un vídeo ASMR comiendo los nuevos Doritos, sin explicaciones ni disculpas: solo el crujido protagonista. Con ese gesto, se confirmó el nuevo posicionamiento de “Más crujientes, más molestos”, conectando la experiencia sensorial del producto con la actitud atrevida y provocadora de la marca.

RESULTADOS

Lo que empezó como un simple cambio de receta terminó convertido en una historia que medio país quiso comentar. La acción generó 154,8 millones de impresiones, más de 3 millones de interacciones reales y un valor PR de 3,5 millones de euros, con un 93% de sentimiento positivo. E incluso antes de que Doritos apareciera, la conversación ya se había escapado de las redes de la marca, circulando por medios y perfiles que creían estar hablando de un enfrentamiento real. El nuevo crujido no solo se escuchó: se convirtió en tema de conversación y en una excusa perfecta para que la generación Z volviera a poner a Doritos en su radar. En definitiva, diseñamos una acción que no pedía atención: la generaba.