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Eduardochi

KFC

Eduardochi
ESTRATEGIA

Puede que el Coronel Sanders fundara KFC, pero en España la leyenda tiene otro nombre: Eduardo. Lo que nació en 2020 como un simple meme de un muslito de pollo rebozado bautizado con ese nombre, se convirtió en un icono cultural y en una saga anual capaz de generar comunidad, conversación y ventas sin depender de descuentos ni paid media. Tras haber sido producto, adorno navideño y perfume, en 2024 Eduardo volvió en su versión más nostálgica y kawai: Eduardochi, un Tamagotchi de pollo. La idea partía de dos decisiones clave: tratar a Eduardo como un personaje al que la comunidad pudiera cuidar e interactuar con él, y lanzarlo en pleno Black Friday, no como una promoción barata, sino como un gadget aspiracional. La campaña se presentó con los códigos de Apple: teasers solemnes, keynotes minimalistas y hasta una tienda pop-up en Callao, la Chicken Store, donde los fans hicieron colas para conseguir accesorios oficiales. La estrategia fue simple: no competir en precio, sino en narrativa. Lo lanzamos en exclusiva en la app, con un coste adicional de 3,99€ por menú. El hype hizo el resto.

EJECUCIÓN

La ejecución llevó la broma hasta el extremo. Primero con un teaser en redes: silueta sobre fondo negro, música épica y un claim que parodiaba a Apple. Cuatro días después, el reveal: planos de producto, especificaciones ridículas presentadas como innovación y un tono solemne para anunciar al “Eduardo más puntero hasta la fecha”. En paralelo, el dispositivo llegaba a todos los restaurantes como add-on de menú. Y para dar cuerpo a la experiencia, abrimos la Chicken Store en Callao: un pop-up que imitaba una Apple Store, con luz blanca, mesas de exposición, asistentes uniformados y merchandising oficial. Durante tres días, los fans hicieron colas para conseguir accesorios exclusivos de Eduardochi, solo disponibles si entregaban un Eduardo de ediciones anteriores. La saga se convirtió así en un ritual de comunidad, más cerca del drop de un gadget que de una promo de fast food.

RESULTADOS

El impacto superó cualquier expectativa. Se agotaron las 30.000 unidades disponibles y las ventas crecieron un +14% respecto al año anterior, con +19% en transacciones y +26% en ticket medio. La campaña generó 4,3 M€ en PR Value, 529 millones de impactos y más de un millón de interacciones, cinco veces más que la edición anterior. Incluso hubo fans que se tatuaron a Eduardochi, demostrando que el vínculo emocional trasciende lo digital. En un entorno dominado por las rebajas, Eduardochi probó que una broma bien construida puede ser más eficaz que cualquier campaña de Black Friday.